Docente de la USM advierte que la reconstrucción es la única vía de conservación del casco histórico de Valparaíso

10 · marzo · 2010

Marcela Hurtado, académica y especialista en restauración arquitectónica, precisa que para su mantención se debe trazar un plan de rehabilitación en donde se descarte la demolición de los edificios históricos dañados por efectos del terremoto. El sector patrimonial del Gran Valparaíso ya calmó sus cimientos luego que el balance arrojado por las autoridades municipales sólo acusara daños menores tras el terremoto del pasado 27 de febrero. No obstante, diversos inmuebles ubicados en el casco histórico de la ciudad y que se emplazan fuera de la delimitación trazada por la Unesco, no lograron rendir con la misma eficiencia esta difícil prueba puesta por la naturaleza. En base a esto último, la docente de la carrera de Arquitectura de la Universidad Técnica Federico Santa María, Marcela Hurtado, destacó que la alternativa más adecuada que se debe adoptar para mantener la arquitectura histórica de la ciudad puerto, es trazar un plan de recuperación en donde se descarte la demolición de los edificios dañados y muy especialmente cuando se trata de obras que son emblemáticas para la ciudadanía “Si existe un reconocimiento nacional -Ley de Monumentos Nacionales- e internacional -Nominación de la UNESCO-, entonces tenemos que hacernos cargo de ese valor declarado, y preservar con todos los medios técnicos disponibles y probados ese patrimonio construido”, explica. Para esto, añade la especialista en Conservación y Restauración Arquitectónica, se deben restaurar y reforzar los inmuebles que resultaron damnificados, tomando siempre en cuenta el proceso histórico y constructivo de los mismos, además de los datos previos al sismo. “Lo que procede entonces es desalojar los edificios y efectuar obras de emergencia como sostener provisoriamente las estructuras dañadas, permitiendo así que ciertos vestigios que están en pie puedan servir para futuros eventos de restauración”, añadió. Hurtado también explicó que la poca resistencia que mostraron los edificios emplazados fuera del área patrimonial, como por ejemplo los del sector Almendral y las calles Victoria, Independencia y Colón, se debe a que están en una zona más deteriorada, con un suelo más vulnerable y con menos mantención, a diferencia de las edificaciones del sector patrimonial que fue construido con mayores recursos y materiales de mejor calidad. Asimismo, la profesional advirtió que la arquitectura histórica no es tan conocida ni estudiada y muchas veces presenta un comportamiento que puede resultar inexplicable, como por ejemplo la iglesia San Francisco del Cerro Barón, que aún se mantiene en pie tras los tres terremotos que ha debido enfrentar. “Este tipo de construcciones se deben estudiar e intervenir bajo otros criterios, puesto que es muy difícil determinar con exactitud qué es lo que va ocurrir con ellas, más aún cuando el daño acumulado deja las estructuras históricas es una condición de vulnerabilidad absoluta. En la misma línea, es fundamental la reconstitución de los sistemas constructivos y concepciones estructurales originales - más los eventuales refuerzos –  tras los eventos sísmicos como el del pasado 27 de febrero”, concluyó.

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