Sansanos en Alemania trabajan en vacuna contra el COVID-19 que podría fabricarse en Chile

25 · agosto · 2020

Los ingenieros Felipe Tapia y Carlos Fuhrhop colaboran en el extranjero desarrollando una vacuna del tipo “virus-like particles”, la que podrá producirse de forma eficiente y a bajo costo.

Los sansanos Carlos Fuhrhop y Felipe Tapia.

Dos exalumnos de la Universidad Técnica Federico Santa María en Alemania, el Dr. Felipe Tapia, ingeniero civil químico y actual investigador del Instituto Max Planck (MPI), y el Dr. Carlos Fuhrhop, ingeniero civil electrónico, actual académico de la Universidad Austral de Chile e investigador en la Universidad de Lüneburg, se encuentran colaborando en el desarrollo de una vacuna candidata contra el COVID-19 que ya está en etapa pre-clínica, de estudio en animales, y que promete ser altamente escalable.

Esta vacuna es del tipo “virus-like particles” (VLPs), o “partículas similares a virus” expresadas en cultivos celulares animales, que los investigadores pueden manufacturar desarrollando una partícula que es idéntica al coronavirus SARS-CoV-2.

De acuerdo con el Dr Tapia, “el coronavirus está constituido de cuatro proteínas estructurales –entre ellas la proteína S, “spike protein”–, y la información genética va dentro de la partícula viral. Lo que nosotros hacemos es expresar estas cuatro proteínas en una línea celular humana. Si tú miras esta partícula desde fuera, su apariencia es igual a una partícula de coronavirus, pero con la diferencia de que no es infecciosa, porque no tiene información genética y no es capaz de replicarse. La colaboración que tenemos con el Dr. Fuhrhop es en la caracterización de estos VLPs utilizando Microscopía de Fuerza Atómica, área en la que él es experto y cuenta con laboratorios en Lüneburg y en Valdivia”.

“Estamos usando esta tecnología de VLPs para desarrollar una vacuna candidata que permite generar una respuesta inmune en seres humanos; en consecuencia, cuando la persona vacunada se expone al virus de forma natural, su cuerpo ya está preparado para combatirlo”, agrega.

Ventajas de las VLPs

Una ventaja importante de este tipo de vacunas radica en un historial clínico conocido, pues ya han sido aprobadas para vacunas contra hepatitis B y papiloma humano.

Además, esta vacuna está diseñada desde su concepción con tecnologías de producción y purificación validadas y fácilmente escalables. Esto quiere decir que podrá producirse en altas cantidades y de manera costo eficiente, permitiendo vacunar a un gran número de personas.

“Muchas de las vacunas que se están desarrollando contra el coronavirus tienen el problema de que, desde su concepción, los procesos de producción y purificación no son considerados, y si lo son, es en etapas tardías, lo que resulta en costos de producción altísimos. Optimizar el método de producción a gran escala es algo importante que no se discute mucho en el desarrollo de vacunas, pero que en el pasado resultó en catástrofes médicas al no ser evaluado apropiadamente”, advierte el Dr. Tapia.

Según el ingeniero, otras vacunas desarrollándose actualmente tendrían costos que llegarían a USD $100 por dosis o más, debido al uso de tecnologías poco optimizadas en base, por ejemplo, a células adherentes y equipos poco escalables, que influyen en el precio y en la velocidad con que se pueden producir. “Para que sea eficiente y pueda utilizarse a nivel mundial, una vacuna debiera ojalá estar cercana a USD $1 a $5 por dosis”, expresa.

Otro de los aspectos a favor de las vacunas tipo “virus like particles”, es que se pueden producir en cualquier laboratorio sin que éste alcance un nivel de bioseguridad 3, como sí es necesario con las vacunas inactivadas que, por ejemplo, está ofreciendo en este momento China a Chile.

“Las vacunas inactivadas son probablemente el mejor candidato en todo el espectro de vacunas existentes, pero su problema en este caso radica en que se necesita laboratorios con nivel de bioseguridad 3 para su producción pues implican la manipulación de virus infecciosos. Estos laboratorios nivel 3 son cerrados y tienen sistemas especiales de filtración de aire y tratamiento de desechos. De este tipo de laboratorio hay en muy pocas partes del mundo, lo que ha hecho lento el desarrollo de vacunas inactivadas, que sólo se están produciendo en China. En Alemania, a pesar de existir la capacidad para producir vacunas inactivadas, su desarrollo ha sido cauteloso debido a los riesgos que implica tanto para los trabajadores como para la población local operar un gran proceso de producción con material infeccioso”, explica el Dr. Tapia.

De acuerdo con el especialista, otras tecnologías de otro tipo de vacunas, como la recombinante, sólo necesitan laboratorios de nivel de bioseguridad 2 o nivel 1, los que existen en todo el mundo. De hecho, en Chile existen algunos laboratorios de nivel 2 y muchos de nivel 1, los que sí son aptos para el tipo de vacuna que están desarrollando junto con la colaboración del Dr. Fuhrhop en Alemania y en Valdivia.

“Lo que nosotros estamos haciendo sabemos que se puede implementar pues ya se ha hecho. La limitante es que para poder escalar algo de este tipo se requiere capital, ya sea de privados o públicos”, señala el Dr. Tapia.

“Nosotros recibimos un gran fondo del gobierno Alemán –€1.1 millones por el proyecto ContiVir–, pero esto no es suficiente para producir la cantidad de vacunas que necesita todo un país. Para el caso de Chile se necesitarían 20 o 30 millones de dólares. En ese caso, Chile tendría que establecer su propio proceso de producción”.

Dr. Felipe Tapia en su laboratorio en el MPI.

Una inversión pública

“Como instituto público alemán, nuestro interés es que la información sobre el desarrollo de nuestra vacuna sea pública; que el público tenga acceso al método de producción y que éste sea eficiente. Por lo tanto, nuestra vacuna estará disponible en revistas científicas de acceso libre y estaremos abiertos a apoyar a quienes quieran replicarla”, sostuvo el Dr. Tapia.

De acuerdo con el investigador, usando tecnologías actuales desechables o “single use” en inglés, en Chile se pueden implementar de forma rápida sistemas de producción flexibles, tanto para una campaña única de producción de una vacuna contra el coronavirus, como también para futuras campañas de vacunación. Los sistemas desechables permiten que una línea de producción se pueda utilizar para varias vacunas diferentes.

“Muchos creen que en Chile no es posible producir una vacuna de COVID-19 local, pero esto no es así, pues la tecnología ha cambiado mucho en los últimos 15 años. Con estos equipos desechables, que se pueden adquirir fácilmente, puedes establecer una línea de producción con estándares GMP (Good Manufacturing Practices) en tiempo récord que te puede servir para varias campañas en paralelo, reduciendo los costos de inversión en infraestructura en comparación a las antiguas plantas de producción en base únicamente a equipos de acero inoxidable”, expresa el sansano.

“Esos son los equipos que nosotros usamos para nuestra vacuna. Tenemos reactores y sistemas de purificación que son desechables, con estándares GMP y que se pueden escalar. Es posible además utilizar nuestras tecnologías ya optimizadas como también tecnologías comerciales”, añade.

Según el Dr. Tapia, “esto permitiría tener en Chile un proceso de producción de vacunas flexible. Si uno imagina un poco más allá, posterior a la pandemia, una inversión pública como ésta podría quedar en manos de alguna institución pública como Start-Up Chile o de alguna universidad, para hacer posibles emprendimientos biotecnológicos en el país que, al alcanzar una masa crítica, puedan generar una nueva área de desarrollo e industria que aún no existe en el país”.

“Inversiones en este tipo de tecnología permitirían producir vacunas contra el COVID-19 como también contra otras enfermedades en el futuro. Se podrían usar con este propósito y, más adelante, se podría dejar en mano de emprendimientos, pensando que sería un activo público que puede ser aprovechado”, finaliza.

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